“Lo que distingue las mentes verdaderamente originales no es que sean la primeras en ver algo nuevo, sino que son capaces de ver como nuevo lo que es viejo, conocido, visto y menospreciado por todos.”
Friedrich Nietzsche
En La Transvaloración, Armando De la Garza hace uso de imágenes icónicas de la historia del arte y referencias clásicas de los grandes maestros que sirven de base para entablar un diálogo y lanzar cuestionamientos que invitan al espectador a concluir.
Fragmentos de la pieza que se abren como ventanas y que nos dicen algo… o quizás no; Otros, ¿los más importantes? son bloqueados por zonas de color saturadas que sintetizan el dibujo y la paleta, en un vacío cromático casi sólido que nos lleva a cuestionarnos qué estamos viendo, qué no y por qué.
En unos, rompecabezas que se juntan y se arman completos, en otros, fragmentos de un total que quedan flotando dejando la duda de porque sólo apareció esa parte. Y al final, radicales intervenciones con materiales como resinas polímeras, esmaltes, ceras o pigmentos, irrumpen sobre la pieza “terminada” rompiendo con el preciosismo de la época, pero a la vez, amalgamando, uniendo, sanando.